viernes, 22 de octubre de 2010

Capítulo 1

  
Pov Ethan

Desperté de mi primer sueño corto de vacaciones con el molesto vibrar del celular sobre el escritorio. Me quité las sabanas de encima y enseguida noté que no me había sacado la ropa de la fiesta de la noche anterior. Algo que mis padres nunca sospecharían era que me había quedado hasta muy tarde, y digo tarde porque había llegado hace menos de tres horas, y ya eran las 12 de la mañana.
Contesté con la resaca presente.
-¿Álo?- me sostuve la cabeza para no vomitar sobre mi escritorio.
-¡Ethan!- contestó una voz relajada y en seguida supe de quien se trataba- ¿Sabes sobre la fiesta de este sábado?
-Liam- dije con calma- ¿Tú sabrás por casualidad que acabamos de ir a una fiesta ayer en la noche?
-Son vacaciones, a disfrutarlas- Liam me hablaba con aquella voz tranquila que lo caracterizaba.
-Pero también necesito descansar- bajé la voz- si no quiero que mis padres se enteren de que tengo resaca.
Casi pude imagina su sonrisa al otro lado del teléfono.
-Ethan se portó mal anoche con Taylor- dijo con picardía, como un niño de cinco años.
-Cierra el pico- escuche con atención y sentí unos pasos acercándose- debo cortar.
Presiones el botón rojo con urgencia y me metí a mi cama segundos antes de que mi madre entrara.
-¿Cómo estuvo la fiesta?- como odiaba su sonrisa de “soy la mejor madre del mundo”
-Bien- dije intentando no gemir o hacer alguna mueca gracias al dolor de cabeza- Pero con Liam no estuvimos mucho rato- otra mentira a la lista.
-Sabes que confió en ti- se dio media vuelta- Si estas muy cansado puedes quedarte en cama, son las vacaciones.
-¿Mamá?
-¿Si?
-¿Puedo ir a una fiesta este sábado?
-Claro, no ahí colegio y, repito, confió en ti y tu criterio- entonces por fin abandono la habitación, sin preguntarme donde era ni con quien iría.
Iría con Liam y no tenía ni la menor idea de donde iba a ser.
Revisé el calendario y me fije en que la fiesta era la noche del solsticio de invierno, unos días antes de navidad. En ese momento, mirando la fecha de navidad, me sentí una mierda de hijo, pero ya había tiempo de sentirse culpable después de la fiesta.
Me recosté sobre la cama mientras me masajeaba la sien con el corazón y el pulgar, me sentí tan mal de tantas maneras.
Intenté recordar que había hecho esa noche, pero ni siquiera podía recordar quien era Taylor y que mierda había hecho con ella ¿Habría hecho algo de lo que me arrepentiría para el resto de mi vida? ¿Y si terminaba siendo padre? No, seguramente Liam me lo habría sacado en cara.
Suspiré aliviado.
Iba a ser una semana muy larga intentando recordar que había hecho esa noche (no es que fuera tan importante).
Cerré los ojos e intente ignorar el dolor de cabeza mientras me iba quedando completa y profundamente dormido.

Desperté, por segunda vez, por el maldito celular, pero está vez me llegó como agujas a la cabeza la melodía de moda de este mes. Me levanté de mala gana con la sensación de poder maldecir y putear a quien estaba llamándome o mandándome un mensaje justo en este momento.
-¿Taylor?- leí incrédulo.
Abrí el mensaje sin pensarlo dos veces y me froté la sien para lograr entender ese conjunto de letras que mi cerebro no lograba asimilar.
“!Hey! Quería decirte que lo pase muy bien anoche contigo y me encantaría que volviéramos a salir otro día, como me dijiste ayer porque te acuerdas ¿verdad?”
Pensé en contestarle, pero mis neuronas no funcionaban lo suficientemente bien como para poder inventar una excusa creíble y no hiriente en ese momento.
¿Por qué todo el mundo quería que me sintiera como un verdadero gilipollas? Dejé de vuelta el celular, ahora apagado, en el escritorio y fui directo al baño que quedaba frente a mi habitación.
Me mire desanimado. Tenía ojeras y puntadas en la cabeza ¿No se suponía que después de descansar se quitaba el dolor? Mire la hora y supe porque no se había ido, había dormido treinta minutos.
Me sacudí los cabellos oscuros y me froté con excesiva fuerza mis ojos marrones, casi negros. Me pasé el dorso de la mano por mi mejilla sintiendo la barba de hace tres días y me mojé el rostro para limpiármela, luego tendría tiempo de afeitarme y darme una larga y relajante ducha.
Volví a dormir por tercera vez para recuperar fuerzas y poder aguantar el próximo día (sin pronunciar que también debía hacer que el dolor cesara para no levantar sospechas).
Me coloqué el pijama y cerré los ojos.

-Buenos días- saludé a mi padre con una sonrisa.
-Hola Ethan ¿A dónde vas con todo ese animo?
Se apoyó contra el pasamano de la escalera y me miró divertido.
Sus ojos eran color miel y sus cabellos tan oscuros como los míos. No tenía idea de donde había sacado el tono de mis ojos, pero no era algo que tuviera que saber.
-A caminar, llegare temprano.
Salí por la puerta trasera y me dirigí hacia la calle que estaba frente a mi casa. El día estaba hermoso, lleno de nieve y niños jugando con ella. El sol brillaba con intensidad amenazando con derretir lo blanco y terminar con la felicidad de mis vecinos.
Tomé asiento en un banco de la plaza.
Comencé a pensar en todo lo que me había pasado últimamente. Disfrute recordando cuando con mis amigos nos sentamos cerca de la fuente del colegio y hablamos sobre estupideces, sin preocuparnos por nada en realidad. Hablábamos sobre las chicas que habíamos conquistado o nos preocupábamos por la suerte del chico menos popular porque la chica más popular había aceptado ir con el a la fiesta de ayer.
Me sentí muy normal con mis típicos problemas, preocupaciones y alegrías normales.
Sentí miedo al imaginar que pasaría si mis padres se enteraban de la verdadera naturaleza de su hijo: rebelde, la mayoría del tiempo irresponsable y despreocupado, mujeriego, es decir, uno de los más populares del lugar, ni sabía como tenía buenas notas.
Volvió a mi memoria Taylor, una victima más de mi egoísmo y poco interés en la mente femenina que piensa que una noche significa enamoramiento. Si, soy machista y poco me importa.
Vi pasar a un par de niños que se tiraban bolas de nieve. Volví a los tiempos en los que las niñas tenían “piojos” y los chicos las ignoraban por algo tan violento como el football, seguramente la mayoría se arrepentía de eso. Pero no, con Liam éramos distintos, dos chicos obsesionados con impresionar a las mujeres con deportes mas extremos como el patinaje o el ciclismo.
¿Cuándo había iniciado mi vida como mentiroso? Cuando mis padres me habían dicho lo orgullosos que se sentían por mi desempeño en clases y que no era como los demás chicos que fumaban y tomaban hasta no poder más ¿Cómo decirles “hey, soy el hijo que nunca quisieron tener, el hijo de sus pesadillas”? Eso los devastaría por completo.
Miré hacia la ventana de mi casa y vi a mi padre poner tras la oreja de mi madre un mechón rubio. Ella lo miraba con una sonrisa y sus ojos verdes brillaban.
Deseé con todas mis fuerzas no ser como era por unos segundos, volver a los pies de cualquier chica con el corazón roto por mi culpa y pedirle una segunda oportunidad. Pero era demasiado estupido y orgulloso.
Me levanté e inspire profundamente antes de volver sobre mis pasos a mi casa, donde tendría que aguantar otro día completo de orgullo por nada y satisfacción sin razón verdadera.
Cuando llegue a la entrada me entraron ganas de correr lejos, de viajar a casa de mi primo, donde podía ser yo y nadie me criticaba ni me hacía sentir mal.
Mire los maseteros donde las plantas estaban muertas y también las decoraciones navideñas que colgaban de la puerta y las paredes y me dieron ganas de vomitar.
Toqué un par de veces hasta que mi madre apareció con un delantal manchado de mermelada de frambuesa. Le sonreí como saludo y me dirigí rápidamente a la sala para ver algún aburrido especial navideño para pasar el día o, con un poco de suerte, la semana.

Me levanté en mitad de la noche sudando por culpa de un sueño muy extraño.
Caminaba arrastrando los pies por la nieve en un lugar parecido a una llanura. Llevaba la ropa rasgada y las zapatillas desgastadas. Todo parecía normal para ser un sueño cuando apareció una chica. Parecía asustada pero aun así me sonreía. Su figura estaba borrosa por lo que no pude distinguir como era ella, pero escuche su voz clara como el agua. Sus palabras no tenían sentido para mi porque hablaba al revés, lo supe porque  cuando tenía como 10 las chicas habían impuesto la moda de hablar así. No habían sido muchas las palabras, pero había dicho algo como: “Le otnemom es acreca”
Pestañeé varias veces y esperé a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad. Me levanté y fui al baño para refrescarme, aunque estaba claro que no podría volver a conciliar el sueño.

-¿Es enserio?- asentí y le di otro trago a la Coca-Cola- Los sueños que tienes ¿Y ya sabes que significa?
Vi un brillo extraño sus ojos verdes mientras se sacudía sus cabellos negros como el carbón.
-Ya te he dicho que ni recuerdo bien lo que me dijo- tosí a causa del humo del cigarro que Liam fumaba despreocupado- ¿Crees que tenga un significado?
Ambos descansábamos en un banco en una de las plazas principales de la ciudad. Muchas familias paseaban sonrientes con las bolsas de las compras de navidad. Estaba lleno de tiendas con decoraciones alegres y uno que otro perro buscando en la basura o jugando cerca de los árboles.
Bostecé y volví a prestarle atención a Liam.
-Sinceramente, nunca he creído en esas cosas- vi como tiraba la colilla del cigarrillo dentro del basurero- pero si quieres podemos preguntar.
-¿A quién?
Liam no era el único que no creía en esas cosas, pero prefería asegurarme.
-Creo que Doménica sabía sobre esas cosas así que partiremos por ahí- dijo mientras se levantaba y estiraba- ¿Vamos?
Me encogí de hombros y me levanté dándole las gracias.
-No te pongas sentimental- rió.
Su casa no quedaba muy lejos así que nos fuimos caminando mientras disfrutábamos del sol y el aire fresco, cosa que hacía cada vez que estaba fuera de mi casa.
Al llegar, no nos entretuvimos mucho saludando a su madre, Liam nunca se ha mostrado demasiado conversador con ella ya que nunca los toma en cuenta, pero me pareció extraño que está vez no se hubieran siquiera mirado, algo debía haber pasado. Subir a donde estaba su hermana con rapidez.
Cuando entramos a su habitación, ella estaba en la computadora riendo por algo desconocido para nosotros, pero se calló cuando se dio cuenta de que estábamos ahí.
-Liam, si vienes por tu skate ya te dije que…- entonces se dio cuenta de mi presencia- Oh, hola Ethan.
-Hola Dome- le sonreí, a veces olvidaba lo linda que era, era muy parecida a Liam en el colorido, grandes ojos verdes, tez clara y pelo negro como la noche.
Me observo unos segundos más y luego a Liam.
-¿A qué vienen?- le dio una palmadita en la mano a Liam y pude sentir el aire de complicidad que existía entre ellos dos. Después de la muerte de su padre ellos habían creado un estrecho lazo al ser ignorados y dejados a la mano de Dios por su madre
-Ethan tuvo un sueño y pensé que podrías interpretarlo.
-¿Qué sueño?- cruzó las piernas y se inclinó hacia delante.
-Estaba en un lugar lleno de nieve, vestido como un mendigo- me puse nervioso ante las miradas atentas de ambos- de la nada, apareció una chica.
-¿Cómo era ella?
-No pude distinguir eso, pero si recuerdo lo que me dijo: “Le otnemom es acreca”
-No tiene sentido- dijo tranquilamente Liam.
-Al derecho no, pero si lo pones al revés… ¿Puedes escribirlo en este papel?- me pidió luego de pensar un rato.
Tomé la hoja y el lápiz que me entregó y escribí las palabras lo más claro que pude. Luego, ella lo puso cerca del espejo y leyó en voz alta lo que este decía.
-¿”El momento se acerca”?- pregunte atónito- ¿Sabes lo que significa?
-No, pero está escrito en algo como el idioma del espejo.
-¿El idioma del espejo?- parecía que Liam iba a estallar en carcajadas en cualquier momento, pero para mí era algo más serio. El era un chico tranquilo pero bastante poco escéptico.
-El espejo refleja las cosas al revés como cuando levantas la mano derecha y tú reflejó levanta la del lado izquierdo para ti, o cuando puse el papel de Ethan y este nos mostró las palabras al revés- suspiró- Muchas creencias hablan sobre otra dimensión o una ventana al mundo de los espíritus.
-Esto me esta asustando- declaré.
-No seas una niña, es solo una cree…
Todos nos callamos cuando sentimos un motor en movimiento cerca de la casa, aunque no hubiera argumento para hacerlo, no hasta que ella dijo:
-Lo lamento, chicos, pero mi novio acaba de llegar para que vallamos al cine y no lo quiero hacer esperar mas de lo necesario- nos sonrió y abrazó a Liam- Ven mañana y seguiremos intentando encontrarle algún significado coherente.
Liam observo con el ceño fruncido como su hermana se iba.
-¿Sucede algo?
-Lo de siempre- cambió el semblante tranquilo de siempre y lo remplazó por uno inescrutable- no me hago la idea de que la hagan sufrir.
-Yo tampoco- y lo decía enserio, alguien que le hiciera daño a Doménica no quedaría vivo para contarlo.
Caminamos en silencio hacia la calle.