martes, 9 de noviembre de 2010

Capítulo 2


Pov Ethan

Bien, tenía que olvidarme de lo que acababa de escuchar y fingir que no conocía nada de la mierda que la hermana de Liam nos había dicho ¿El idioma del espejo? Parecía más algo salido de una novela para adolescentes escrito por un autor anónimo que de creencias.
Algo estaba claro: no volvería a la casa de Liam en un tiempo.
¿Cómo había llegado a pensar que todo esto tenía un significado, que se yo, místico? Era estupido, sacado de una película de terror de bajo presupuesto.
Liam me dirigió una sonrisa alentadora mientras caminábamos hacía mi casa para comer algo o ver alguna película de terror o acción, pero no tenía muchas ganas de pasar el resto de mi miércoles haciendo lo habitual.
-¿Cómo dejé que me convencieras de hacer esto?- dije pateando una piedra.
-Fuiste tú quien dijo que quería saber el significado del sueño, no yo- replicó- y fuiste tú quien se lo tomó en serio, Ethan, yo solo te propuse lo de ir donde ella.
Si había sido yo, pero prefería echarle la culpa a otro para no pasar la noche golpeándome la frente con la palma de la mano gritando “idiota”
-Perdóname, pero es que no puedo creer que cayera tan bajo.
Lo miré y me sobresalté al ver una figura borrosa reflejada en la vitrina de una tienda de ropa femenina, como la que había visto en mi sueño.
-¿Estás bien?- preguntó Liam ante mi repentina demora.
Entonces me di cuenta de que solo era un maniquí con un vestido blanco.
-No nada, solo debo estar cansado porque estoy imaginando cosas.

Llegamos después de una larga caminata. Mis padres no estaban, lo que significaba que mi tarde-noche iba a hacer tranquila.
Miré por la ventana justo a tiempo para ver como la ciudad era cubierta por un manto de oscuridad. Observe a un grupo de adolescentes pasear por la plaza con las cervezas y la marihuana hasta el cuello. Suspiré y cerré la ventana para dejar de apreciar un panorama tan deprimente.
-¿Qué tal “No me olvides”?
-¿Miedo? claro, iré a preparar algo para comer.
-Cerveza- gritó cuando estaba entrando a la cocina.
-Si, si quieres que me hagan pedacitos.
-Aburres- dijo entre risas.
La cocina era extremadamente parecida a las de los cuentos de hadas, pero así eran los gustos de mi madre y no pensaba criticarlos ahora. Las cortinas tenían frutas y flores estampadas y las encimeras estaban llenas de fruteros. Todo estaba tan limpio y ordenado que lograría desesperar a cualquiera que entrara, incluyéndome a mí.
Inspiré el aroma a vainilla y canela, y me dirigí al refrigerador para luego ir a la despensa por algo para comer y beber, algo que no fuera cerveza.
Cuando volví, Liam ya tenía todo listo para ver la película tranquilamente lo que encontré raro ya que él siempre se quedaba sentado enviándose mensajes con cualquiera y me dejaba todo el trabajo a mí.
Vimos la película en silencio la mayor parte y riéndonos cuando no nos correspondía como dos personas completamente especiales. El final lo encontré pésimo, pero no me quejaba a diferencia de él.
Mis padres llegaron justo cuando teníamos todo ordenado y Liam se estaba por ir, algo que agradecí profundamente.
-Hola- saludamos ambos.
Mi madre nos respondió con una sonrisa y un saludo de vuelta, pero mi padre nos abrazó y eso me hizo sentir muy incomodo y mire a escondidas a Liam para  modularle un “lo siento”
Cuando Liam ya estuvo fuera del alcance de mis ojos, entré corriendo a la casa y no me detuve hasta mi habitación. Encendí el computador y esperé con impaciencia a que estuviera listo para meterme al buscador. Tecleé con apuro “Espejo, creencias” y esperé a que un montón de páginas aparecieran con lo que buscaba. Una vez que sucedió lo que esperaba, abrí un par de los sitios que me ofician y encontré cosas como:
Las doce de la noche, además de ser la hora en que los espíritus y los fantasmas regresan al mundo de los vivos, dicen que es también la hora del diablo. Se dice esto porque es justamente en invierno el punto medio de la noche, ya que empieza a anochecer sobre las seis de la tarde y amanece el día sobre las seis de la mañana aproximadamente también. (Raquel)”
“Los espejos son empleados como puerta de entrada hacia lo desconocido”
¿Invierno? ¿Puerta a lo desconocido? Nunca me hubiera puesto a pensar en que esto estaba pasando justo en invierno y… había algo más, algo relacionado con una fecha especial en está época que no lograba recordar, algo relacionado con la fiesta.
Me levante del escritorio y miré en el calendario con atención. ¡Eso era! El solsticio de invierno.
Me senté lo más rápido que pude y agregue unas palabras más. Me metí en el que más llamó mi atención.
Tradicionalmente se ha considerado que en dicha fecha las “fuerzas” espirituales se “liberan”, el significado de “puerta de los hombres”  que se da al solsticio de verano, alude a una apertura que permite el compartir libre, a los seres de los diversos reinos, con la humanidad”
¿Solsticio de verano puerta de los hombres? ¿Fuerzas espirituales? Estaba cada vez más confundido, pero mi sed de saber más era insaciable.
Necesitaba saber que tenía que ver todo esto con mi sueño, y con el solsticio de invierno.

Apagué la pantalla cerca de las doce de la noche. Estaba cansado, sin fuerzas ni siquiera para ir hasta la cama, pero no pensaba quedarme dormido en una silla. Me apoyé en mis piernas como pude y camine hasta caer rendido sobre la cama. Era segunda vez en la semana que hacia lo mismo, pero era eso o despertar un jueves cansado o adolorido por la silla.
Cerré los ojos y me sumergí en el sueño.

Desperté con un fuerte ruido proveniente de la cocina. Mire la hora y me dio un escalofrió cuando descubrí que eran las 3 de la mañana. Me quité los pantalones y la polera y me metí en la cama, pero volví a oír otro ruido similar.
Bajé las escaleras sin tomarle importancia a que alguien me viera semi desnudo porque supuestamente solo estaba mi madre y mi padre en casa. Abrí la puerta de la cocina con cuidado y encontré a mi madre con la cabeza en el refrigerado.
-¿Qué haces?- dije restregándome los ojos con fuerza.
-Oh, Ethan- dijo sobresaltada- Estaba buscando un vaso de agua.
-¿A está hora?
-Tenía sed y la del refrigerador estaba más helada que la de la llave del baño- suspiró y se acerco- ¿Por qué no vas a la cama antes de que te resfríes? Estás casi desnudo solo con esos boxers.
-Buenas noches- me di media vuelta y subí las escaleras en dirección a mi cama.

-¡Ethan!
Me di media vuelta con el corazón latiendo a mil por hora y maldiciendo por lo bajo por haberme quemado la mano con el café que acababa de comprar en el Starbucks de la esquina.
-¿Cómo has estado?- me saludo una chica castaña de ojos azules con una gran sonrisa- Supongo que me recuerdas- me quede en silencio- al parecer no, soy Taylor.
<<Taylor>> pensé. Era muy linda debía admitir, pero no buscaba una relación seria en este momento.
Ahora lograba recordarla del colegio. Ella era una de las mejores en atletismo y tenía buenas notas. Muchos chicos estaban buscando su atención y era simpática, no como el típico prototipo de chica popular. En cambio yo si era el prototipo de chico popular.
-Ahora si te recuerdo- dije con una sonrisa.
- Hablamos en la fiesta del sábado y vamos al mismo curso- dijo sonrojándose- me extrañaría que no te acordaras de mí.
-¿Taylor Wolf?
-Ella misma.
-Ahora si que te reconozco- tiré el vaso de café que se había vaciado en mis manos en el basurero más cercano- Te invitó a un café porque el mió se acabo cuando me asustaste- le dije con una sonrisa.
-Perdóname- dijo aún más avergonzada.
-No importa ¿aceptas?
-Claro- sonrió y entramos de vuelta.
Pedimos y nos sentamos con los vasos de café humeantes en una mesa cercana a la ventana.
Hablamos de temas sin importancia y me di cuenta de que me encantaba su risa y sus mejillas encendidas cuando le sonreía o me acercaba demasiado, de echo, me estaba dando cuenta de me encantaba ella en sí.
-Y dime…
-¿Si?
-¿Te gusta mucho el café?
-Algo ¿por?- dijo acercándose a la mesa.
-¿Qué tal tú, yo y unas tasas de café este domingo?
-¿No es el día anterior la fiesta?
-Pues unas tasas de café me vendrán bien después de eso.
-Entonces acepto- se levantó- Me debo ir ahora pero ya no puedo esperar a que sea domingo- y vi como se alejaba de la mesa para salir al frió de una tarde de invierno.
Me levanté y limpié la mesa un poco antes de seguir el camino que ella había echo hace menos de cinco minutos. La observe en un paradero escuchando música y sonriendo. Me encontré a mi mismo sonriendo al verla.
Jugueteé con las llaves de mi casa un momento y después camine en la dirección contraria, era hora de dejar mi orgullo atrás e ir a visitar a Doménica para terminar con esta idiotez de una vez por todas.

Toqué un par de veces hasta que me abrió la misma Doménica con una gran sonrisa.
-Liam no está ahora, él vol…
-No vengo a verlo a él, pero si te acomoda que venga cuando él este aquí puedo hacerlo- dije dando un paso atrás.
-No, pero pensaba que venías por él- suspiró- es extraño que dejes tu orgullo a un lado- me sonroje.
Se notaba que me conocía lo suficiente.
Le sonreí y subimos las escaleras en dirección a su habitación. En el camino noté que había un florero nuevo ya que aún tenía el precio. Supuse que Liam había vuelto a romper otro florero de Doménica y este le dejó el precio para que ella se sintiera mal.
-No puedo ayudarte en mucho más, puede que tu sueño solo sea eso, un sueño- me dijo mientras se sentaba en su cama.
Me quedé parado junto al armario sin intenciones de sentarme en alguna parte.
-Pero el primer día pensé que si tenias más.
-Teorías, pero nada concreto.
La miré unos segundos y reconocí que esto había sido una perdida de tiempo. Era tiempo de irse.
-Entonces perdóname, me iré.
Había sido un encuentro muy corto y frió, como si nos odiáramos. Tal vez eso sentía ella por mi modo de ser y personalidad.
Le sonreí, le di un beso en la mejilla y me alejé.
¿Sentiría algo por ella algún día? No, seguramente no porque era como la hermana que nunca tuve. Ambos eran la familia con la que realmente quería estar y sentir algo por ella sería como sentir algo por mi madre o mi prima.
-¿Ethan?- preguntó una voz masculina.
Me di media vuelta y me encontré con los ojos asustados de Stephen Morris. Era un chico pecoso de ojos azules y cabellos claros.
-¿Stephen? ¿Qué haces aquí?
¿Sería él el famoso novio de Doménica? ¿Está era la razón por la cuál ella había querido que me fuera?
-Yo…
-¿No te había dicho?- vino su salvadora- Stephen y yo salimos desde hace un buen tiempo- sonrió.
-Ya veo- dije sin expresión, aunque por dentro estuviera hecho una fiera.
A Stephen no lo conocían precisamente por el mejor novio de todos los tiempos, al contrario, pero yo no me hallaba en una posición para criticarlo.
Salí de la casa sin decir nada más y camine hacia mi casa, pero me encontré con Liam en el camino.
Me saludo con alegría pero yo no le respondí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para no huir lo tome por la solapa de la chaqueta y lo arrastré hasta la pared más cercana.
-¡¿Tu sabias que Domenica estaba con el idiota de Stephen?!
-Si- dijo con los ojos abiertos como platos.
-¡¿Y no dijiste nada?!- pregunté enojado e incrédulo.
-Estaba seguro que reaccionarias así ¿Por qué no darle una oportunidad?
-¿Sabes la fama que tiene?- dije entre dientes mientras lo soltaba.
-Tu tampoco tienes una muy buena fama, Ethan ¿Cuántas chicas han llorado por tu culpa?- me quede en silencio, tenía toda la razón.
Retrocedí un paso y volví a caminar a mi casa rápidamente, sin prestar atención a sus gritos de perdón u otros.
¿Por qué enojarme con mi mejor amigo cuando decía solo la verdad y nada más que la verdad? Pensé en Taylor. No, no me iba acercar a ella para hacerla sufrir, no haría sufrir a la única chica que se acercaba y aceptaba mis proposiciones sin antes preguntarles a sus amigas que opinaban o sin mirarme raro.
Inspiré el fresco aroma de la libertad, pero no me sentí bien, como si no me la mereciera.
Tomé las llaves y se me cayeron un par de veces antes de poder abrir la puerta y estuve a punto de tropezar en las escaleras.
¿Qué me estaba sucediendo?
¿En que me estaba transformando?


jueves, 4 de noviembre de 2010

Capítulo 1

Pov Liam

Me había despertado hace treinta minutos y ya me reía para mis adentros pensando en la resaca que debía tener Ethan, porque yo, a diferencia de él no sufría de esa desgracia. Pero aun así sufría de otra cosa que se me antojaba peor que unos cuantos dolores de cabeza y nauseas, sufría de cargo de conciencia. Mi deber era cuidar de mi hermana menor y no andar tomándome la vida con Ethan sin si quiera acordarme de ella, y quizás morir y dejarla completamente sola con la que mal se hace llamar nuestra madre. Aun así podría salir sin tener que tomar irresponsablemente.
Hace un rato me había despertado con un llamado de Ryan, me había telefoneado para recordarme de la fiesta que iba a haber este sábado. Tomé el teléfono y llamé a Ethan.
-¡Ethan!- sabía que lo había despertado- ¿Sabes sobre la fiesta de este sábado?
-Liam- dijo cansinamente- ¿Tú sabrás por casualidad que acabamos de ir a una fiesta ayer en la noche?
-Son vacaciones, a disfrutarlas- dije tranquilamente.
-Pero también necesito descansar- bajó la voz- si no quiero que mis padres se enteren de   que tengo resaca.
Sonreí y me apoyé en la muralla.
-Ethan se portó mal anoche con Taylor- dije como un estúpido niño.
-Cierra el pico- lo había logrado molestar- Debo cortar- me quedé escuchando el clásico tono que te avisa que te han cortado.
-¡Liam!- Doménica entró corriendo a mi pieza haciendo saltar su largo pelo negro.
-Hola Dome- se sentó a los pies de mi cama.
-¿Cómo estuvo la fiesta?- me escrutó con sus ojos verdes iguales a los míos y sonrió.
-¡Wow! Imagínate, todo el mundo estuvo ahí- dudé si contarle o no que su ex novio también estuvo.
-Vaya, que lastima no haber ido- se tocó la frente- realmente no me sentía bien.
-Era lo mejor. Habrán otras como esta- definitivamente no sacaba nada diciéndole lo de su ex.
-Eso espero- sonrió abiertamente- ¿Quieres desayunar?
-Bueno por favor- nos levantamos, pasaba a Doménica por una cabeza, los dos éramos muy parecidos, grandes ojos verdes, pelo negro, demasiado negro y de piel tostada- eres de lo mejor hermanita- me pasó su brazo por la cintura.
-Losé- rió estrepitosamente y yo me contagié, paramos de reírnos al toparnos con mamá en el borde de la escalera- ho…hola mamá.
-Hola- dio media vuelta y se metió a su habitación. Nosotros bajamos y me senté mientras ella me preparaba el desayuno.
Las cosas en casa cambiaron cuando yo cumplí doce años, la muerte de papá en ese accidente de auto nos había dejado más que huérfanos solo de padre sino que también de madre. Ella no volvió a tomarnos en cuenta ni a preocuparse de nosotros, asique tuve que hacerme cargo de Doménica y de mi mismo, ya que con doce años no sabía gran cosa de la vida, tuve que madurar rápidamente y responsabilizarme de cosas que siquiera sabía que existieran. He tratado desde esa edad de no culpar a mamá de la vida que tuvimos que asumir con mi hermana, pero simplemente no podía; ella nos había dejado solos hacía muchos años, era como vivir nosotros dos en esa casa y tener que, de vez en cuando, asumir las rabietas y enojos de ella.
Pero la vida no era tan mala, ambos teníamos una suerte maravillosa de tenernos el uno al otro, compartíamos de una amistad increíble y éramos cómplices en todo tipo de cosas. Tener que madurar rápido me había hecho sentar cabeza con las notas del colegio y Doménica siempre fue brillante, algún día ella sería una excelente psicóloga.
-Gracias Dome- mordí pausadamente la tostada mientras mi hermana me contaba cosas de sus amigas y del colegio haciéndome reír. Intenté pararme para ayudarla a lavar los platos pero ella se negó empujándome suavemente devuelta a la silla.
Me di una ducha bastante larga y me tocaron la puerta con impaciencia, corté la ducha y me fui en toalla a mi pieza cerré la puerta y prendí un cigarro. Entró mi madre sin siquiera golpear.
-Liam, apaga el cigarro- la miré desafiante y me quede quieto, le di una piteada- ¡apágalo mierda!- se acercó y me abofeteó la cara, di dos pasos atrás y apagué el cigarro, permanecí más quieto mientras el silencio ocupaba su acostumbrado lugar en mi desordenado cuarto. La miré sin pestañear, con el costado derecho de mi cara palpitando, la seguí mirando con la cabeza medio gacha hasta que se marchó. No me sorprendió que me hubiera pegado, a veces no se tomaba la molestia ni de mirarnos, y nunca me había alegado por fumar en mi pieza, quizás hoy algo la irritaba. No era la primera ni la última vez que me pegaría. Una vez intentó hacerlo con Doménica, me enojé tanto que casi la golpeo; pero lo único que hice fue ponerme entre medio y desafiarla con la mirada. Siempre había hecho uso de mi extenso autocontrol y paciencia, lo tenía manejado y usaba de él todo el tiempo.
Me vestí y llamé a Doménica para que saliéramos juntos. La llevé a almorzar fuera y tomamos helado, cuando íbamos volviendo a la casa me habló muy quedamente:
-Liam- me miró a los ojos- no quiero seguir viviendo en la casa- hice una mueca de desgano y le devolví la mirada.
-¿Y qué piensas hacer?-
-Irnos- sonrió como solía hacerlo cuando tenía 7 años y caminó más lento, como si tuviese ganas de retrasar la llegada a casa lo más posible- no quiero que te sigan pegando, me duele verte triste.
-Dome, a mí no me duele- sonreí amargamente- dejó de dolerme hace una eternidad.
-Eso es lo que me dices tú a mí- no volvimos a hablar más y al llegar nos sentamos en silencio en mi pieza a ver ‘’La última canción’’ película en la cual Doménica lloró dos horas, al final yo sabía que lo que más le afectó fue la muerte del padre, yo me mantuve frío y callado pasándole pañuelos mientras simulaba escribir un mensaje a Ethan, no quería admitirme a mí mismo lo mucho que me había afectado también.
Me quedé sentado en mi cama mirando un punto infinito en la pared hasta que la habitación se oscureció. Me eché hacia atrás y creo que intenté rezar por Doménica y por mí. Pero al comenzar me quedé profundamente dormido.
Al ir saliendo de la casa salió a mi encuentro Doménica.
-Oye-
-Buenos días hermana- venía tan seria y enojada que me entró nervios.
-¡Tú!- me apuntó con el dedo- El otro día cuando saliste con tu skate ¿Pasaste, por casualidad, a llevar mi florero con las flores que me regalo Alex?
-Eeeh- comencé a caminar hacia la salida- creo que golpeé accidentalmente tu mesita.
-¡Liam Sinclair!- salió persiguiéndome mientras yo reía, lo había quebrado.
-¡Lo siento!- paré en seco dándome la vuelta- prometo pagarte el florero- sonreí tímidamente- ¿Podrías devolvérmelo?
-¡Olvídalo!- se acercó- haber si sales corriendo antes de que te golpeé con esa tabla en la cabeza.
Salí pitando de la casa.

Me senté en un banco de la plaza junto a Ethan y fabriqué una sonrisa convincente, de esas que se me daban bien.
-¿Es enserio?- Ethan acababa de contarme de un sueño rarísimo que había tenido la noche                             anterior- Los sueños que tienes ¿Y ya sabes qué significan?
Me sacudí el pelo.
-Ya te he dicho que ni recuerdo bien lo que me dijo- boté el humo del cigarro y Ethan tosió- ¿Crees que tenga un significado?
Permanecimos sentados en completo silencio. Me puse a observar todo nuestro alrededor, delante nuestro paso una chica de quizás 25 años paseando a su perro, la continué observando hasta que desapareció.
Ethan bostezó.
-Sinceramente, nunca he creído en esas cosas- arrojé la colilla dentro del basurero- pero si quieres podemos preguntar.
-¿A quién?- Doménica era una amante de los sueños, tarot, sobrenatural, mitos, etc…
-Creo que Doménica sabía sobre esas cosas así que partiremos por ahí- me levante y desperecé - ¿Vamos?
-Gracias.
-No te pongas sentimental- reí mientras nos encaminábamos.
 Al entrar a la casa subí directamente evitando ver a mi madre, estaba cabreado de toda su    mierda. Al entrar en la pieza de Doménica reculé al abrir la puerta. Estaba riendo y yo sonreí, me agradaba el sonido de su risa, dejó de hacerlo cuando se dio cuenta de que estábamos allí.
-Liam, si vienes por tu skate ya te dije que…- estaba enojada, miró hacia Ethan, y relajó el gesto- Oh, hola Ethan.
-Hola Dome- Ethan le sonrió. Hace algunos años, alguna vez sospeché de que Ethan moría por ella, pero como conocía tan bien a mi amigo, antes muerto que dejarlo estar con mi hermana.
 Me miró.
-¿A qué vienen?- me dio una palmadita en la mano y me sonrió, supe que ya no estaba enojada al igual que supe que tendría que reponer el dichoso florero. Se amarró su largo pelo en una cola de caballo.
         -Ethan tuvo un sueño y pensé que podrías interpretarlo.
        -¿Qué sueño?- cambió la pose sumamente interesada.
        -Estaba en un lugar lleno de nieve, vestido como un mendigo- lo miramos atentamente y
Ethan habló más rápido- de la nada, apareció una chica.
-¿Cómo era ella?- gesticuló apuntándose la cara.
-No pude distinguir eso, pero sí recuerdo lo que me dijo: “Le otnemom es acreca”
-No tiene sentido- ¡que estupidez!
-Al derecho no, pero si lo pones al revés… ¿Puedes escribirlo en este papel?- ya decía yo que esta chica era demasiado brillante para ser verdad.
Ethan escribió lo que había dicho. Ella lo puso cerca del espejo y leyó:
-¿”El momento se acerca”?- dijo Ethan pasmado - ¿Sabes lo que significa?
-No, pero está escrito en algo como el idioma del espejo.
-¿El idioma del espejo?- ¡Vaya mierda! Me reí por lo bajo.
-El espejo refleja las cosas al revés como cuando levantas la mano derecha y tú reflejó levanta la del lado izquierdo para ti, o cuando puse el papel de Ethan y este nos mostró las palabras al revés- ella suspiró- Muchas creencias hablan sobre otra dimensión o una ventana al mundo de los espíritus.
-Esto me está asustando- dijo Ethan-
-No seas una niña, es solo una cree…-
Nos callamos al escuchar un motor zumbando fuera.
-Lo lamento, chicos, pero mi novio acaba de llegar para que vallamos al cine y no lo quiero hacer esperar más de lo necesario- nos me abrazó y yo le correspondí - Ven mañana y seguiremos intentando encontrarle algún significado coherente.
Fruncí el ceño y me quedé callado al verla salir. Odiaba que saliera con chicos que yo aun no conocía.
-¿Sucede algo?
-Lo de siempre- si alguien la hacía sufrir lo mataría - no me hago la idea de que la hagan sufrir.
-Yo tampoco- cruzamos el umbral de la puerta y miré los restos del florero, ¡Fui un idiota!
Salimos a la calle.