martes, 9 de noviembre de 2010

Capítulo 2


Pov Ethan

Bien, tenía que olvidarme de lo que acababa de escuchar y fingir que no conocía nada de la mierda que la hermana de Liam nos había dicho ¿El idioma del espejo? Parecía más algo salido de una novela para adolescentes escrito por un autor anónimo que de creencias.
Algo estaba claro: no volvería a la casa de Liam en un tiempo.
¿Cómo había llegado a pensar que todo esto tenía un significado, que se yo, místico? Era estupido, sacado de una película de terror de bajo presupuesto.
Liam me dirigió una sonrisa alentadora mientras caminábamos hacía mi casa para comer algo o ver alguna película de terror o acción, pero no tenía muchas ganas de pasar el resto de mi miércoles haciendo lo habitual.
-¿Cómo dejé que me convencieras de hacer esto?- dije pateando una piedra.
-Fuiste tú quien dijo que quería saber el significado del sueño, no yo- replicó- y fuiste tú quien se lo tomó en serio, Ethan, yo solo te propuse lo de ir donde ella.
Si había sido yo, pero prefería echarle la culpa a otro para no pasar la noche golpeándome la frente con la palma de la mano gritando “idiota”
-Perdóname, pero es que no puedo creer que cayera tan bajo.
Lo miré y me sobresalté al ver una figura borrosa reflejada en la vitrina de una tienda de ropa femenina, como la que había visto en mi sueño.
-¿Estás bien?- preguntó Liam ante mi repentina demora.
Entonces me di cuenta de que solo era un maniquí con un vestido blanco.
-No nada, solo debo estar cansado porque estoy imaginando cosas.

Llegamos después de una larga caminata. Mis padres no estaban, lo que significaba que mi tarde-noche iba a hacer tranquila.
Miré por la ventana justo a tiempo para ver como la ciudad era cubierta por un manto de oscuridad. Observe a un grupo de adolescentes pasear por la plaza con las cervezas y la marihuana hasta el cuello. Suspiré y cerré la ventana para dejar de apreciar un panorama tan deprimente.
-¿Qué tal “No me olvides”?
-¿Miedo? claro, iré a preparar algo para comer.
-Cerveza- gritó cuando estaba entrando a la cocina.
-Si, si quieres que me hagan pedacitos.
-Aburres- dijo entre risas.
La cocina era extremadamente parecida a las de los cuentos de hadas, pero así eran los gustos de mi madre y no pensaba criticarlos ahora. Las cortinas tenían frutas y flores estampadas y las encimeras estaban llenas de fruteros. Todo estaba tan limpio y ordenado que lograría desesperar a cualquiera que entrara, incluyéndome a mí.
Inspiré el aroma a vainilla y canela, y me dirigí al refrigerador para luego ir a la despensa por algo para comer y beber, algo que no fuera cerveza.
Cuando volví, Liam ya tenía todo listo para ver la película tranquilamente lo que encontré raro ya que él siempre se quedaba sentado enviándose mensajes con cualquiera y me dejaba todo el trabajo a mí.
Vimos la película en silencio la mayor parte y riéndonos cuando no nos correspondía como dos personas completamente especiales. El final lo encontré pésimo, pero no me quejaba a diferencia de él.
Mis padres llegaron justo cuando teníamos todo ordenado y Liam se estaba por ir, algo que agradecí profundamente.
-Hola- saludamos ambos.
Mi madre nos respondió con una sonrisa y un saludo de vuelta, pero mi padre nos abrazó y eso me hizo sentir muy incomodo y mire a escondidas a Liam para  modularle un “lo siento”
Cuando Liam ya estuvo fuera del alcance de mis ojos, entré corriendo a la casa y no me detuve hasta mi habitación. Encendí el computador y esperé con impaciencia a que estuviera listo para meterme al buscador. Tecleé con apuro “Espejo, creencias” y esperé a que un montón de páginas aparecieran con lo que buscaba. Una vez que sucedió lo que esperaba, abrí un par de los sitios que me ofician y encontré cosas como:
Las doce de la noche, además de ser la hora en que los espíritus y los fantasmas regresan al mundo de los vivos, dicen que es también la hora del diablo. Se dice esto porque es justamente en invierno el punto medio de la noche, ya que empieza a anochecer sobre las seis de la tarde y amanece el día sobre las seis de la mañana aproximadamente también. (Raquel)”
“Los espejos son empleados como puerta de entrada hacia lo desconocido”
¿Invierno? ¿Puerta a lo desconocido? Nunca me hubiera puesto a pensar en que esto estaba pasando justo en invierno y… había algo más, algo relacionado con una fecha especial en está época que no lograba recordar, algo relacionado con la fiesta.
Me levante del escritorio y miré en el calendario con atención. ¡Eso era! El solsticio de invierno.
Me senté lo más rápido que pude y agregue unas palabras más. Me metí en el que más llamó mi atención.
Tradicionalmente se ha considerado que en dicha fecha las “fuerzas” espirituales se “liberan”, el significado de “puerta de los hombres”  que se da al solsticio de verano, alude a una apertura que permite el compartir libre, a los seres de los diversos reinos, con la humanidad”
¿Solsticio de verano puerta de los hombres? ¿Fuerzas espirituales? Estaba cada vez más confundido, pero mi sed de saber más era insaciable.
Necesitaba saber que tenía que ver todo esto con mi sueño, y con el solsticio de invierno.

Apagué la pantalla cerca de las doce de la noche. Estaba cansado, sin fuerzas ni siquiera para ir hasta la cama, pero no pensaba quedarme dormido en una silla. Me apoyé en mis piernas como pude y camine hasta caer rendido sobre la cama. Era segunda vez en la semana que hacia lo mismo, pero era eso o despertar un jueves cansado o adolorido por la silla.
Cerré los ojos y me sumergí en el sueño.

Desperté con un fuerte ruido proveniente de la cocina. Mire la hora y me dio un escalofrió cuando descubrí que eran las 3 de la mañana. Me quité los pantalones y la polera y me metí en la cama, pero volví a oír otro ruido similar.
Bajé las escaleras sin tomarle importancia a que alguien me viera semi desnudo porque supuestamente solo estaba mi madre y mi padre en casa. Abrí la puerta de la cocina con cuidado y encontré a mi madre con la cabeza en el refrigerado.
-¿Qué haces?- dije restregándome los ojos con fuerza.
-Oh, Ethan- dijo sobresaltada- Estaba buscando un vaso de agua.
-¿A está hora?
-Tenía sed y la del refrigerador estaba más helada que la de la llave del baño- suspiró y se acerco- ¿Por qué no vas a la cama antes de que te resfríes? Estás casi desnudo solo con esos boxers.
-Buenas noches- me di media vuelta y subí las escaleras en dirección a mi cama.

-¡Ethan!
Me di media vuelta con el corazón latiendo a mil por hora y maldiciendo por lo bajo por haberme quemado la mano con el café que acababa de comprar en el Starbucks de la esquina.
-¿Cómo has estado?- me saludo una chica castaña de ojos azules con una gran sonrisa- Supongo que me recuerdas- me quede en silencio- al parecer no, soy Taylor.
<<Taylor>> pensé. Era muy linda debía admitir, pero no buscaba una relación seria en este momento.
Ahora lograba recordarla del colegio. Ella era una de las mejores en atletismo y tenía buenas notas. Muchos chicos estaban buscando su atención y era simpática, no como el típico prototipo de chica popular. En cambio yo si era el prototipo de chico popular.
-Ahora si te recuerdo- dije con una sonrisa.
- Hablamos en la fiesta del sábado y vamos al mismo curso- dijo sonrojándose- me extrañaría que no te acordaras de mí.
-¿Taylor Wolf?
-Ella misma.
-Ahora si que te reconozco- tiré el vaso de café que se había vaciado en mis manos en el basurero más cercano- Te invitó a un café porque el mió se acabo cuando me asustaste- le dije con una sonrisa.
-Perdóname- dijo aún más avergonzada.
-No importa ¿aceptas?
-Claro- sonrió y entramos de vuelta.
Pedimos y nos sentamos con los vasos de café humeantes en una mesa cercana a la ventana.
Hablamos de temas sin importancia y me di cuenta de que me encantaba su risa y sus mejillas encendidas cuando le sonreía o me acercaba demasiado, de echo, me estaba dando cuenta de me encantaba ella en sí.
-Y dime…
-¿Si?
-¿Te gusta mucho el café?
-Algo ¿por?- dijo acercándose a la mesa.
-¿Qué tal tú, yo y unas tasas de café este domingo?
-¿No es el día anterior la fiesta?
-Pues unas tasas de café me vendrán bien después de eso.
-Entonces acepto- se levantó- Me debo ir ahora pero ya no puedo esperar a que sea domingo- y vi como se alejaba de la mesa para salir al frió de una tarde de invierno.
Me levanté y limpié la mesa un poco antes de seguir el camino que ella había echo hace menos de cinco minutos. La observe en un paradero escuchando música y sonriendo. Me encontré a mi mismo sonriendo al verla.
Jugueteé con las llaves de mi casa un momento y después camine en la dirección contraria, era hora de dejar mi orgullo atrás e ir a visitar a Doménica para terminar con esta idiotez de una vez por todas.

Toqué un par de veces hasta que me abrió la misma Doménica con una gran sonrisa.
-Liam no está ahora, él vol…
-No vengo a verlo a él, pero si te acomoda que venga cuando él este aquí puedo hacerlo- dije dando un paso atrás.
-No, pero pensaba que venías por él- suspiró- es extraño que dejes tu orgullo a un lado- me sonroje.
Se notaba que me conocía lo suficiente.
Le sonreí y subimos las escaleras en dirección a su habitación. En el camino noté que había un florero nuevo ya que aún tenía el precio. Supuse que Liam había vuelto a romper otro florero de Doménica y este le dejó el precio para que ella se sintiera mal.
-No puedo ayudarte en mucho más, puede que tu sueño solo sea eso, un sueño- me dijo mientras se sentaba en su cama.
Me quedé parado junto al armario sin intenciones de sentarme en alguna parte.
-Pero el primer día pensé que si tenias más.
-Teorías, pero nada concreto.
La miré unos segundos y reconocí que esto había sido una perdida de tiempo. Era tiempo de irse.
-Entonces perdóname, me iré.
Había sido un encuentro muy corto y frió, como si nos odiáramos. Tal vez eso sentía ella por mi modo de ser y personalidad.
Le sonreí, le di un beso en la mejilla y me alejé.
¿Sentiría algo por ella algún día? No, seguramente no porque era como la hermana que nunca tuve. Ambos eran la familia con la que realmente quería estar y sentir algo por ella sería como sentir algo por mi madre o mi prima.
-¿Ethan?- preguntó una voz masculina.
Me di media vuelta y me encontré con los ojos asustados de Stephen Morris. Era un chico pecoso de ojos azules y cabellos claros.
-¿Stephen? ¿Qué haces aquí?
¿Sería él el famoso novio de Doménica? ¿Está era la razón por la cuál ella había querido que me fuera?
-Yo…
-¿No te había dicho?- vino su salvadora- Stephen y yo salimos desde hace un buen tiempo- sonrió.
-Ya veo- dije sin expresión, aunque por dentro estuviera hecho una fiera.
A Stephen no lo conocían precisamente por el mejor novio de todos los tiempos, al contrario, pero yo no me hallaba en una posición para criticarlo.
Salí de la casa sin decir nada más y camine hacia mi casa, pero me encontré con Liam en el camino.
Me saludo con alegría pero yo no le respondí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para no huir lo tome por la solapa de la chaqueta y lo arrastré hasta la pared más cercana.
-¡¿Tu sabias que Domenica estaba con el idiota de Stephen?!
-Si- dijo con los ojos abiertos como platos.
-¡¿Y no dijiste nada?!- pregunté enojado e incrédulo.
-Estaba seguro que reaccionarias así ¿Por qué no darle una oportunidad?
-¿Sabes la fama que tiene?- dije entre dientes mientras lo soltaba.
-Tu tampoco tienes una muy buena fama, Ethan ¿Cuántas chicas han llorado por tu culpa?- me quede en silencio, tenía toda la razón.
Retrocedí un paso y volví a caminar a mi casa rápidamente, sin prestar atención a sus gritos de perdón u otros.
¿Por qué enojarme con mi mejor amigo cuando decía solo la verdad y nada más que la verdad? Pensé en Taylor. No, no me iba acercar a ella para hacerla sufrir, no haría sufrir a la única chica que se acercaba y aceptaba mis proposiciones sin antes preguntarles a sus amigas que opinaban o sin mirarme raro.
Inspiré el fresco aroma de la libertad, pero no me sentí bien, como si no me la mereciera.
Tomé las llaves y se me cayeron un par de veces antes de poder abrir la puerta y estuve a punto de tropezar en las escaleras.
¿Qué me estaba sucediendo?
¿En que me estaba transformando?


jueves, 4 de noviembre de 2010

Capítulo 1

Pov Liam

Me había despertado hace treinta minutos y ya me reía para mis adentros pensando en la resaca que debía tener Ethan, porque yo, a diferencia de él no sufría de esa desgracia. Pero aun así sufría de otra cosa que se me antojaba peor que unos cuantos dolores de cabeza y nauseas, sufría de cargo de conciencia. Mi deber era cuidar de mi hermana menor y no andar tomándome la vida con Ethan sin si quiera acordarme de ella, y quizás morir y dejarla completamente sola con la que mal se hace llamar nuestra madre. Aun así podría salir sin tener que tomar irresponsablemente.
Hace un rato me había despertado con un llamado de Ryan, me había telefoneado para recordarme de la fiesta que iba a haber este sábado. Tomé el teléfono y llamé a Ethan.
-¡Ethan!- sabía que lo había despertado- ¿Sabes sobre la fiesta de este sábado?
-Liam- dijo cansinamente- ¿Tú sabrás por casualidad que acabamos de ir a una fiesta ayer en la noche?
-Son vacaciones, a disfrutarlas- dije tranquilamente.
-Pero también necesito descansar- bajó la voz- si no quiero que mis padres se enteren de   que tengo resaca.
Sonreí y me apoyé en la muralla.
-Ethan se portó mal anoche con Taylor- dije como un estúpido niño.
-Cierra el pico- lo había logrado molestar- Debo cortar- me quedé escuchando el clásico tono que te avisa que te han cortado.
-¡Liam!- Doménica entró corriendo a mi pieza haciendo saltar su largo pelo negro.
-Hola Dome- se sentó a los pies de mi cama.
-¿Cómo estuvo la fiesta?- me escrutó con sus ojos verdes iguales a los míos y sonrió.
-¡Wow! Imagínate, todo el mundo estuvo ahí- dudé si contarle o no que su ex novio también estuvo.
-Vaya, que lastima no haber ido- se tocó la frente- realmente no me sentía bien.
-Era lo mejor. Habrán otras como esta- definitivamente no sacaba nada diciéndole lo de su ex.
-Eso espero- sonrió abiertamente- ¿Quieres desayunar?
-Bueno por favor- nos levantamos, pasaba a Doménica por una cabeza, los dos éramos muy parecidos, grandes ojos verdes, pelo negro, demasiado negro y de piel tostada- eres de lo mejor hermanita- me pasó su brazo por la cintura.
-Losé- rió estrepitosamente y yo me contagié, paramos de reírnos al toparnos con mamá en el borde de la escalera- ho…hola mamá.
-Hola- dio media vuelta y se metió a su habitación. Nosotros bajamos y me senté mientras ella me preparaba el desayuno.
Las cosas en casa cambiaron cuando yo cumplí doce años, la muerte de papá en ese accidente de auto nos había dejado más que huérfanos solo de padre sino que también de madre. Ella no volvió a tomarnos en cuenta ni a preocuparse de nosotros, asique tuve que hacerme cargo de Doménica y de mi mismo, ya que con doce años no sabía gran cosa de la vida, tuve que madurar rápidamente y responsabilizarme de cosas que siquiera sabía que existieran. He tratado desde esa edad de no culpar a mamá de la vida que tuvimos que asumir con mi hermana, pero simplemente no podía; ella nos había dejado solos hacía muchos años, era como vivir nosotros dos en esa casa y tener que, de vez en cuando, asumir las rabietas y enojos de ella.
Pero la vida no era tan mala, ambos teníamos una suerte maravillosa de tenernos el uno al otro, compartíamos de una amistad increíble y éramos cómplices en todo tipo de cosas. Tener que madurar rápido me había hecho sentar cabeza con las notas del colegio y Doménica siempre fue brillante, algún día ella sería una excelente psicóloga.
-Gracias Dome- mordí pausadamente la tostada mientras mi hermana me contaba cosas de sus amigas y del colegio haciéndome reír. Intenté pararme para ayudarla a lavar los platos pero ella se negó empujándome suavemente devuelta a la silla.
Me di una ducha bastante larga y me tocaron la puerta con impaciencia, corté la ducha y me fui en toalla a mi pieza cerré la puerta y prendí un cigarro. Entró mi madre sin siquiera golpear.
-Liam, apaga el cigarro- la miré desafiante y me quede quieto, le di una piteada- ¡apágalo mierda!- se acercó y me abofeteó la cara, di dos pasos atrás y apagué el cigarro, permanecí más quieto mientras el silencio ocupaba su acostumbrado lugar en mi desordenado cuarto. La miré sin pestañear, con el costado derecho de mi cara palpitando, la seguí mirando con la cabeza medio gacha hasta que se marchó. No me sorprendió que me hubiera pegado, a veces no se tomaba la molestia ni de mirarnos, y nunca me había alegado por fumar en mi pieza, quizás hoy algo la irritaba. No era la primera ni la última vez que me pegaría. Una vez intentó hacerlo con Doménica, me enojé tanto que casi la golpeo; pero lo único que hice fue ponerme entre medio y desafiarla con la mirada. Siempre había hecho uso de mi extenso autocontrol y paciencia, lo tenía manejado y usaba de él todo el tiempo.
Me vestí y llamé a Doménica para que saliéramos juntos. La llevé a almorzar fuera y tomamos helado, cuando íbamos volviendo a la casa me habló muy quedamente:
-Liam- me miró a los ojos- no quiero seguir viviendo en la casa- hice una mueca de desgano y le devolví la mirada.
-¿Y qué piensas hacer?-
-Irnos- sonrió como solía hacerlo cuando tenía 7 años y caminó más lento, como si tuviese ganas de retrasar la llegada a casa lo más posible- no quiero que te sigan pegando, me duele verte triste.
-Dome, a mí no me duele- sonreí amargamente- dejó de dolerme hace una eternidad.
-Eso es lo que me dices tú a mí- no volvimos a hablar más y al llegar nos sentamos en silencio en mi pieza a ver ‘’La última canción’’ película en la cual Doménica lloró dos horas, al final yo sabía que lo que más le afectó fue la muerte del padre, yo me mantuve frío y callado pasándole pañuelos mientras simulaba escribir un mensaje a Ethan, no quería admitirme a mí mismo lo mucho que me había afectado también.
Me quedé sentado en mi cama mirando un punto infinito en la pared hasta que la habitación se oscureció. Me eché hacia atrás y creo que intenté rezar por Doménica y por mí. Pero al comenzar me quedé profundamente dormido.
Al ir saliendo de la casa salió a mi encuentro Doménica.
-Oye-
-Buenos días hermana- venía tan seria y enojada que me entró nervios.
-¡Tú!- me apuntó con el dedo- El otro día cuando saliste con tu skate ¿Pasaste, por casualidad, a llevar mi florero con las flores que me regalo Alex?
-Eeeh- comencé a caminar hacia la salida- creo que golpeé accidentalmente tu mesita.
-¡Liam Sinclair!- salió persiguiéndome mientras yo reía, lo había quebrado.
-¡Lo siento!- paré en seco dándome la vuelta- prometo pagarte el florero- sonreí tímidamente- ¿Podrías devolvérmelo?
-¡Olvídalo!- se acercó- haber si sales corriendo antes de que te golpeé con esa tabla en la cabeza.
Salí pitando de la casa.

Me senté en un banco de la plaza junto a Ethan y fabriqué una sonrisa convincente, de esas que se me daban bien.
-¿Es enserio?- Ethan acababa de contarme de un sueño rarísimo que había tenido la noche                             anterior- Los sueños que tienes ¿Y ya sabes qué significan?
Me sacudí el pelo.
-Ya te he dicho que ni recuerdo bien lo que me dijo- boté el humo del cigarro y Ethan tosió- ¿Crees que tenga un significado?
Permanecimos sentados en completo silencio. Me puse a observar todo nuestro alrededor, delante nuestro paso una chica de quizás 25 años paseando a su perro, la continué observando hasta que desapareció.
Ethan bostezó.
-Sinceramente, nunca he creído en esas cosas- arrojé la colilla dentro del basurero- pero si quieres podemos preguntar.
-¿A quién?- Doménica era una amante de los sueños, tarot, sobrenatural, mitos, etc…
-Creo que Doménica sabía sobre esas cosas así que partiremos por ahí- me levante y desperecé - ¿Vamos?
-Gracias.
-No te pongas sentimental- reí mientras nos encaminábamos.
 Al entrar a la casa subí directamente evitando ver a mi madre, estaba cabreado de toda su    mierda. Al entrar en la pieza de Doménica reculé al abrir la puerta. Estaba riendo y yo sonreí, me agradaba el sonido de su risa, dejó de hacerlo cuando se dio cuenta de que estábamos allí.
-Liam, si vienes por tu skate ya te dije que…- estaba enojada, miró hacia Ethan, y relajó el gesto- Oh, hola Ethan.
-Hola Dome- Ethan le sonrió. Hace algunos años, alguna vez sospeché de que Ethan moría por ella, pero como conocía tan bien a mi amigo, antes muerto que dejarlo estar con mi hermana.
 Me miró.
-¿A qué vienen?- me dio una palmadita en la mano y me sonrió, supe que ya no estaba enojada al igual que supe que tendría que reponer el dichoso florero. Se amarró su largo pelo en una cola de caballo.
         -Ethan tuvo un sueño y pensé que podrías interpretarlo.
        -¿Qué sueño?- cambió la pose sumamente interesada.
        -Estaba en un lugar lleno de nieve, vestido como un mendigo- lo miramos atentamente y
Ethan habló más rápido- de la nada, apareció una chica.
-¿Cómo era ella?- gesticuló apuntándose la cara.
-No pude distinguir eso, pero sí recuerdo lo que me dijo: “Le otnemom es acreca”
-No tiene sentido- ¡que estupidez!
-Al derecho no, pero si lo pones al revés… ¿Puedes escribirlo en este papel?- ya decía yo que esta chica era demasiado brillante para ser verdad.
Ethan escribió lo que había dicho. Ella lo puso cerca del espejo y leyó:
-¿”El momento se acerca”?- dijo Ethan pasmado - ¿Sabes lo que significa?
-No, pero está escrito en algo como el idioma del espejo.
-¿El idioma del espejo?- ¡Vaya mierda! Me reí por lo bajo.
-El espejo refleja las cosas al revés como cuando levantas la mano derecha y tú reflejó levanta la del lado izquierdo para ti, o cuando puse el papel de Ethan y este nos mostró las palabras al revés- ella suspiró- Muchas creencias hablan sobre otra dimensión o una ventana al mundo de los espíritus.
-Esto me está asustando- dijo Ethan-
-No seas una niña, es solo una cree…-
Nos callamos al escuchar un motor zumbando fuera.
-Lo lamento, chicos, pero mi novio acaba de llegar para que vallamos al cine y no lo quiero hacer esperar más de lo necesario- nos me abrazó y yo le correspondí - Ven mañana y seguiremos intentando encontrarle algún significado coherente.
Fruncí el ceño y me quedé callado al verla salir. Odiaba que saliera con chicos que yo aun no conocía.
-¿Sucede algo?
-Lo de siempre- si alguien la hacía sufrir lo mataría - no me hago la idea de que la hagan sufrir.
-Yo tampoco- cruzamos el umbral de la puerta y miré los restos del florero, ¡Fui un idiota!
Salimos a la calle.

viernes, 22 de octubre de 2010

Capítulo 1

  
Pov Ethan

Desperté de mi primer sueño corto de vacaciones con el molesto vibrar del celular sobre el escritorio. Me quité las sabanas de encima y enseguida noté que no me había sacado la ropa de la fiesta de la noche anterior. Algo que mis padres nunca sospecharían era que me había quedado hasta muy tarde, y digo tarde porque había llegado hace menos de tres horas, y ya eran las 12 de la mañana.
Contesté con la resaca presente.
-¿Álo?- me sostuve la cabeza para no vomitar sobre mi escritorio.
-¡Ethan!- contestó una voz relajada y en seguida supe de quien se trataba- ¿Sabes sobre la fiesta de este sábado?
-Liam- dije con calma- ¿Tú sabrás por casualidad que acabamos de ir a una fiesta ayer en la noche?
-Son vacaciones, a disfrutarlas- Liam me hablaba con aquella voz tranquila que lo caracterizaba.
-Pero también necesito descansar- bajé la voz- si no quiero que mis padres se enteren de que tengo resaca.
Casi pude imagina su sonrisa al otro lado del teléfono.
-Ethan se portó mal anoche con Taylor- dijo con picardía, como un niño de cinco años.
-Cierra el pico- escuche con atención y sentí unos pasos acercándose- debo cortar.
Presiones el botón rojo con urgencia y me metí a mi cama segundos antes de que mi madre entrara.
-¿Cómo estuvo la fiesta?- como odiaba su sonrisa de “soy la mejor madre del mundo”
-Bien- dije intentando no gemir o hacer alguna mueca gracias al dolor de cabeza- Pero con Liam no estuvimos mucho rato- otra mentira a la lista.
-Sabes que confió en ti- se dio media vuelta- Si estas muy cansado puedes quedarte en cama, son las vacaciones.
-¿Mamá?
-¿Si?
-¿Puedo ir a una fiesta este sábado?
-Claro, no ahí colegio y, repito, confió en ti y tu criterio- entonces por fin abandono la habitación, sin preguntarme donde era ni con quien iría.
Iría con Liam y no tenía ni la menor idea de donde iba a ser.
Revisé el calendario y me fije en que la fiesta era la noche del solsticio de invierno, unos días antes de navidad. En ese momento, mirando la fecha de navidad, me sentí una mierda de hijo, pero ya había tiempo de sentirse culpable después de la fiesta.
Me recosté sobre la cama mientras me masajeaba la sien con el corazón y el pulgar, me sentí tan mal de tantas maneras.
Intenté recordar que había hecho esa noche, pero ni siquiera podía recordar quien era Taylor y que mierda había hecho con ella ¿Habría hecho algo de lo que me arrepentiría para el resto de mi vida? ¿Y si terminaba siendo padre? No, seguramente Liam me lo habría sacado en cara.
Suspiré aliviado.
Iba a ser una semana muy larga intentando recordar que había hecho esa noche (no es que fuera tan importante).
Cerré los ojos e intente ignorar el dolor de cabeza mientras me iba quedando completa y profundamente dormido.

Desperté, por segunda vez, por el maldito celular, pero está vez me llegó como agujas a la cabeza la melodía de moda de este mes. Me levanté de mala gana con la sensación de poder maldecir y putear a quien estaba llamándome o mandándome un mensaje justo en este momento.
-¿Taylor?- leí incrédulo.
Abrí el mensaje sin pensarlo dos veces y me froté la sien para lograr entender ese conjunto de letras que mi cerebro no lograba asimilar.
“!Hey! Quería decirte que lo pase muy bien anoche contigo y me encantaría que volviéramos a salir otro día, como me dijiste ayer porque te acuerdas ¿verdad?”
Pensé en contestarle, pero mis neuronas no funcionaban lo suficientemente bien como para poder inventar una excusa creíble y no hiriente en ese momento.
¿Por qué todo el mundo quería que me sintiera como un verdadero gilipollas? Dejé de vuelta el celular, ahora apagado, en el escritorio y fui directo al baño que quedaba frente a mi habitación.
Me mire desanimado. Tenía ojeras y puntadas en la cabeza ¿No se suponía que después de descansar se quitaba el dolor? Mire la hora y supe porque no se había ido, había dormido treinta minutos.
Me sacudí los cabellos oscuros y me froté con excesiva fuerza mis ojos marrones, casi negros. Me pasé el dorso de la mano por mi mejilla sintiendo la barba de hace tres días y me mojé el rostro para limpiármela, luego tendría tiempo de afeitarme y darme una larga y relajante ducha.
Volví a dormir por tercera vez para recuperar fuerzas y poder aguantar el próximo día (sin pronunciar que también debía hacer que el dolor cesara para no levantar sospechas).
Me coloqué el pijama y cerré los ojos.

-Buenos días- saludé a mi padre con una sonrisa.
-Hola Ethan ¿A dónde vas con todo ese animo?
Se apoyó contra el pasamano de la escalera y me miró divertido.
Sus ojos eran color miel y sus cabellos tan oscuros como los míos. No tenía idea de donde había sacado el tono de mis ojos, pero no era algo que tuviera que saber.
-A caminar, llegare temprano.
Salí por la puerta trasera y me dirigí hacia la calle que estaba frente a mi casa. El día estaba hermoso, lleno de nieve y niños jugando con ella. El sol brillaba con intensidad amenazando con derretir lo blanco y terminar con la felicidad de mis vecinos.
Tomé asiento en un banco de la plaza.
Comencé a pensar en todo lo que me había pasado últimamente. Disfrute recordando cuando con mis amigos nos sentamos cerca de la fuente del colegio y hablamos sobre estupideces, sin preocuparnos por nada en realidad. Hablábamos sobre las chicas que habíamos conquistado o nos preocupábamos por la suerte del chico menos popular porque la chica más popular había aceptado ir con el a la fiesta de ayer.
Me sentí muy normal con mis típicos problemas, preocupaciones y alegrías normales.
Sentí miedo al imaginar que pasaría si mis padres se enteraban de la verdadera naturaleza de su hijo: rebelde, la mayoría del tiempo irresponsable y despreocupado, mujeriego, es decir, uno de los más populares del lugar, ni sabía como tenía buenas notas.
Volvió a mi memoria Taylor, una victima más de mi egoísmo y poco interés en la mente femenina que piensa que una noche significa enamoramiento. Si, soy machista y poco me importa.
Vi pasar a un par de niños que se tiraban bolas de nieve. Volví a los tiempos en los que las niñas tenían “piojos” y los chicos las ignoraban por algo tan violento como el football, seguramente la mayoría se arrepentía de eso. Pero no, con Liam éramos distintos, dos chicos obsesionados con impresionar a las mujeres con deportes mas extremos como el patinaje o el ciclismo.
¿Cuándo había iniciado mi vida como mentiroso? Cuando mis padres me habían dicho lo orgullosos que se sentían por mi desempeño en clases y que no era como los demás chicos que fumaban y tomaban hasta no poder más ¿Cómo decirles “hey, soy el hijo que nunca quisieron tener, el hijo de sus pesadillas”? Eso los devastaría por completo.
Miré hacia la ventana de mi casa y vi a mi padre poner tras la oreja de mi madre un mechón rubio. Ella lo miraba con una sonrisa y sus ojos verdes brillaban.
Deseé con todas mis fuerzas no ser como era por unos segundos, volver a los pies de cualquier chica con el corazón roto por mi culpa y pedirle una segunda oportunidad. Pero era demasiado estupido y orgulloso.
Me levanté e inspire profundamente antes de volver sobre mis pasos a mi casa, donde tendría que aguantar otro día completo de orgullo por nada y satisfacción sin razón verdadera.
Cuando llegue a la entrada me entraron ganas de correr lejos, de viajar a casa de mi primo, donde podía ser yo y nadie me criticaba ni me hacía sentir mal.
Mire los maseteros donde las plantas estaban muertas y también las decoraciones navideñas que colgaban de la puerta y las paredes y me dieron ganas de vomitar.
Toqué un par de veces hasta que mi madre apareció con un delantal manchado de mermelada de frambuesa. Le sonreí como saludo y me dirigí rápidamente a la sala para ver algún aburrido especial navideño para pasar el día o, con un poco de suerte, la semana.

Me levanté en mitad de la noche sudando por culpa de un sueño muy extraño.
Caminaba arrastrando los pies por la nieve en un lugar parecido a una llanura. Llevaba la ropa rasgada y las zapatillas desgastadas. Todo parecía normal para ser un sueño cuando apareció una chica. Parecía asustada pero aun así me sonreía. Su figura estaba borrosa por lo que no pude distinguir como era ella, pero escuche su voz clara como el agua. Sus palabras no tenían sentido para mi porque hablaba al revés, lo supe porque  cuando tenía como 10 las chicas habían impuesto la moda de hablar así. No habían sido muchas las palabras, pero había dicho algo como: “Le otnemom es acreca”
Pestañeé varias veces y esperé a que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad. Me levanté y fui al baño para refrescarme, aunque estaba claro que no podría volver a conciliar el sueño.

-¿Es enserio?- asentí y le di otro trago a la Coca-Cola- Los sueños que tienes ¿Y ya sabes que significa?
Vi un brillo extraño sus ojos verdes mientras se sacudía sus cabellos negros como el carbón.
-Ya te he dicho que ni recuerdo bien lo que me dijo- tosí a causa del humo del cigarro que Liam fumaba despreocupado- ¿Crees que tenga un significado?
Ambos descansábamos en un banco en una de las plazas principales de la ciudad. Muchas familias paseaban sonrientes con las bolsas de las compras de navidad. Estaba lleno de tiendas con decoraciones alegres y uno que otro perro buscando en la basura o jugando cerca de los árboles.
Bostecé y volví a prestarle atención a Liam.
-Sinceramente, nunca he creído en esas cosas- vi como tiraba la colilla del cigarrillo dentro del basurero- pero si quieres podemos preguntar.
-¿A quién?
Liam no era el único que no creía en esas cosas, pero prefería asegurarme.
-Creo que Doménica sabía sobre esas cosas así que partiremos por ahí- dijo mientras se levantaba y estiraba- ¿Vamos?
Me encogí de hombros y me levanté dándole las gracias.
-No te pongas sentimental- rió.
Su casa no quedaba muy lejos así que nos fuimos caminando mientras disfrutábamos del sol y el aire fresco, cosa que hacía cada vez que estaba fuera de mi casa.
Al llegar, no nos entretuvimos mucho saludando a su madre, Liam nunca se ha mostrado demasiado conversador con ella ya que nunca los toma en cuenta, pero me pareció extraño que está vez no se hubieran siquiera mirado, algo debía haber pasado. Subir a donde estaba su hermana con rapidez.
Cuando entramos a su habitación, ella estaba en la computadora riendo por algo desconocido para nosotros, pero se calló cuando se dio cuenta de que estábamos ahí.
-Liam, si vienes por tu skate ya te dije que…- entonces se dio cuenta de mi presencia- Oh, hola Ethan.
-Hola Dome- le sonreí, a veces olvidaba lo linda que era, era muy parecida a Liam en el colorido, grandes ojos verdes, tez clara y pelo negro como la noche.
Me observo unos segundos más y luego a Liam.
-¿A qué vienen?- le dio una palmadita en la mano a Liam y pude sentir el aire de complicidad que existía entre ellos dos. Después de la muerte de su padre ellos habían creado un estrecho lazo al ser ignorados y dejados a la mano de Dios por su madre
-Ethan tuvo un sueño y pensé que podrías interpretarlo.
-¿Qué sueño?- cruzó las piernas y se inclinó hacia delante.
-Estaba en un lugar lleno de nieve, vestido como un mendigo- me puse nervioso ante las miradas atentas de ambos- de la nada, apareció una chica.
-¿Cómo era ella?
-No pude distinguir eso, pero si recuerdo lo que me dijo: “Le otnemom es acreca”
-No tiene sentido- dijo tranquilamente Liam.
-Al derecho no, pero si lo pones al revés… ¿Puedes escribirlo en este papel?- me pidió luego de pensar un rato.
Tomé la hoja y el lápiz que me entregó y escribí las palabras lo más claro que pude. Luego, ella lo puso cerca del espejo y leyó en voz alta lo que este decía.
-¿”El momento se acerca”?- pregunte atónito- ¿Sabes lo que significa?
-No, pero está escrito en algo como el idioma del espejo.
-¿El idioma del espejo?- parecía que Liam iba a estallar en carcajadas en cualquier momento, pero para mí era algo más serio. El era un chico tranquilo pero bastante poco escéptico.
-El espejo refleja las cosas al revés como cuando levantas la mano derecha y tú reflejó levanta la del lado izquierdo para ti, o cuando puse el papel de Ethan y este nos mostró las palabras al revés- suspiró- Muchas creencias hablan sobre otra dimensión o una ventana al mundo de los espíritus.
-Esto me esta asustando- declaré.
-No seas una niña, es solo una cree…
Todos nos callamos cuando sentimos un motor en movimiento cerca de la casa, aunque no hubiera argumento para hacerlo, no hasta que ella dijo:
-Lo lamento, chicos, pero mi novio acaba de llegar para que vallamos al cine y no lo quiero hacer esperar mas de lo necesario- nos sonrió y abrazó a Liam- Ven mañana y seguiremos intentando encontrarle algún significado coherente.
Liam observo con el ceño fruncido como su hermana se iba.
-¿Sucede algo?
-Lo de siempre- cambió el semblante tranquilo de siempre y lo remplazó por uno inescrutable- no me hago la idea de que la hagan sufrir.
-Yo tampoco- y lo decía enserio, alguien que le hiciera daño a Doménica no quedaría vivo para contarlo.
Caminamos en silencio hacia la calle.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Solsticio de Invierno




Ethan Brig Gent es un chico perfecto. Tiene amigos, sus padres creen que no dice malas palabras ni que a besado jamas a una chica y tiene un compañero de vida: Liam Sinclair.
Todo siempre a sido así para aquel chico de 16 años, ¿pero que pasa cuando la vida te da sorpresas?
Ahí están ambos, Liam y Ethan, en una tienda de abarrotes dos horas antes de la mejor fiesta de sus vidas, pero su suerte se acaba cuando un extraño espejo los absorve a un mundo paralelo.
Un mundo donde tus pesadillas cobran vida.
Un mundo donde está el lado oscuro de las cosas.
Un mundo donde es imposible escapar...