jueves, 4 de noviembre de 2010

Capítulo 1

Pov Liam

Me había despertado hace treinta minutos y ya me reía para mis adentros pensando en la resaca que debía tener Ethan, porque yo, a diferencia de él no sufría de esa desgracia. Pero aun así sufría de otra cosa que se me antojaba peor que unos cuantos dolores de cabeza y nauseas, sufría de cargo de conciencia. Mi deber era cuidar de mi hermana menor y no andar tomándome la vida con Ethan sin si quiera acordarme de ella, y quizás morir y dejarla completamente sola con la que mal se hace llamar nuestra madre. Aun así podría salir sin tener que tomar irresponsablemente.
Hace un rato me había despertado con un llamado de Ryan, me había telefoneado para recordarme de la fiesta que iba a haber este sábado. Tomé el teléfono y llamé a Ethan.
-¡Ethan!- sabía que lo había despertado- ¿Sabes sobre la fiesta de este sábado?
-Liam- dijo cansinamente- ¿Tú sabrás por casualidad que acabamos de ir a una fiesta ayer en la noche?
-Son vacaciones, a disfrutarlas- dije tranquilamente.
-Pero también necesito descansar- bajó la voz- si no quiero que mis padres se enteren de   que tengo resaca.
Sonreí y me apoyé en la muralla.
-Ethan se portó mal anoche con Taylor- dije como un estúpido niño.
-Cierra el pico- lo había logrado molestar- Debo cortar- me quedé escuchando el clásico tono que te avisa que te han cortado.
-¡Liam!- Doménica entró corriendo a mi pieza haciendo saltar su largo pelo negro.
-Hola Dome- se sentó a los pies de mi cama.
-¿Cómo estuvo la fiesta?- me escrutó con sus ojos verdes iguales a los míos y sonrió.
-¡Wow! Imagínate, todo el mundo estuvo ahí- dudé si contarle o no que su ex novio también estuvo.
-Vaya, que lastima no haber ido- se tocó la frente- realmente no me sentía bien.
-Era lo mejor. Habrán otras como esta- definitivamente no sacaba nada diciéndole lo de su ex.
-Eso espero- sonrió abiertamente- ¿Quieres desayunar?
-Bueno por favor- nos levantamos, pasaba a Doménica por una cabeza, los dos éramos muy parecidos, grandes ojos verdes, pelo negro, demasiado negro y de piel tostada- eres de lo mejor hermanita- me pasó su brazo por la cintura.
-Losé- rió estrepitosamente y yo me contagié, paramos de reírnos al toparnos con mamá en el borde de la escalera- ho…hola mamá.
-Hola- dio media vuelta y se metió a su habitación. Nosotros bajamos y me senté mientras ella me preparaba el desayuno.
Las cosas en casa cambiaron cuando yo cumplí doce años, la muerte de papá en ese accidente de auto nos había dejado más que huérfanos solo de padre sino que también de madre. Ella no volvió a tomarnos en cuenta ni a preocuparse de nosotros, asique tuve que hacerme cargo de Doménica y de mi mismo, ya que con doce años no sabía gran cosa de la vida, tuve que madurar rápidamente y responsabilizarme de cosas que siquiera sabía que existieran. He tratado desde esa edad de no culpar a mamá de la vida que tuvimos que asumir con mi hermana, pero simplemente no podía; ella nos había dejado solos hacía muchos años, era como vivir nosotros dos en esa casa y tener que, de vez en cuando, asumir las rabietas y enojos de ella.
Pero la vida no era tan mala, ambos teníamos una suerte maravillosa de tenernos el uno al otro, compartíamos de una amistad increíble y éramos cómplices en todo tipo de cosas. Tener que madurar rápido me había hecho sentar cabeza con las notas del colegio y Doménica siempre fue brillante, algún día ella sería una excelente psicóloga.
-Gracias Dome- mordí pausadamente la tostada mientras mi hermana me contaba cosas de sus amigas y del colegio haciéndome reír. Intenté pararme para ayudarla a lavar los platos pero ella se negó empujándome suavemente devuelta a la silla.
Me di una ducha bastante larga y me tocaron la puerta con impaciencia, corté la ducha y me fui en toalla a mi pieza cerré la puerta y prendí un cigarro. Entró mi madre sin siquiera golpear.
-Liam, apaga el cigarro- la miré desafiante y me quede quieto, le di una piteada- ¡apágalo mierda!- se acercó y me abofeteó la cara, di dos pasos atrás y apagué el cigarro, permanecí más quieto mientras el silencio ocupaba su acostumbrado lugar en mi desordenado cuarto. La miré sin pestañear, con el costado derecho de mi cara palpitando, la seguí mirando con la cabeza medio gacha hasta que se marchó. No me sorprendió que me hubiera pegado, a veces no se tomaba la molestia ni de mirarnos, y nunca me había alegado por fumar en mi pieza, quizás hoy algo la irritaba. No era la primera ni la última vez que me pegaría. Una vez intentó hacerlo con Doménica, me enojé tanto que casi la golpeo; pero lo único que hice fue ponerme entre medio y desafiarla con la mirada. Siempre había hecho uso de mi extenso autocontrol y paciencia, lo tenía manejado y usaba de él todo el tiempo.
Me vestí y llamé a Doménica para que saliéramos juntos. La llevé a almorzar fuera y tomamos helado, cuando íbamos volviendo a la casa me habló muy quedamente:
-Liam- me miró a los ojos- no quiero seguir viviendo en la casa- hice una mueca de desgano y le devolví la mirada.
-¿Y qué piensas hacer?-
-Irnos- sonrió como solía hacerlo cuando tenía 7 años y caminó más lento, como si tuviese ganas de retrasar la llegada a casa lo más posible- no quiero que te sigan pegando, me duele verte triste.
-Dome, a mí no me duele- sonreí amargamente- dejó de dolerme hace una eternidad.
-Eso es lo que me dices tú a mí- no volvimos a hablar más y al llegar nos sentamos en silencio en mi pieza a ver ‘’La última canción’’ película en la cual Doménica lloró dos horas, al final yo sabía que lo que más le afectó fue la muerte del padre, yo me mantuve frío y callado pasándole pañuelos mientras simulaba escribir un mensaje a Ethan, no quería admitirme a mí mismo lo mucho que me había afectado también.
Me quedé sentado en mi cama mirando un punto infinito en la pared hasta que la habitación se oscureció. Me eché hacia atrás y creo que intenté rezar por Doménica y por mí. Pero al comenzar me quedé profundamente dormido.
Al ir saliendo de la casa salió a mi encuentro Doménica.
-Oye-
-Buenos días hermana- venía tan seria y enojada que me entró nervios.
-¡Tú!- me apuntó con el dedo- El otro día cuando saliste con tu skate ¿Pasaste, por casualidad, a llevar mi florero con las flores que me regalo Alex?
-Eeeh- comencé a caminar hacia la salida- creo que golpeé accidentalmente tu mesita.
-¡Liam Sinclair!- salió persiguiéndome mientras yo reía, lo había quebrado.
-¡Lo siento!- paré en seco dándome la vuelta- prometo pagarte el florero- sonreí tímidamente- ¿Podrías devolvérmelo?
-¡Olvídalo!- se acercó- haber si sales corriendo antes de que te golpeé con esa tabla en la cabeza.
Salí pitando de la casa.

Me senté en un banco de la plaza junto a Ethan y fabriqué una sonrisa convincente, de esas que se me daban bien.
-¿Es enserio?- Ethan acababa de contarme de un sueño rarísimo que había tenido la noche                             anterior- Los sueños que tienes ¿Y ya sabes qué significan?
Me sacudí el pelo.
-Ya te he dicho que ni recuerdo bien lo que me dijo- boté el humo del cigarro y Ethan tosió- ¿Crees que tenga un significado?
Permanecimos sentados en completo silencio. Me puse a observar todo nuestro alrededor, delante nuestro paso una chica de quizás 25 años paseando a su perro, la continué observando hasta que desapareció.
Ethan bostezó.
-Sinceramente, nunca he creído en esas cosas- arrojé la colilla dentro del basurero- pero si quieres podemos preguntar.
-¿A quién?- Doménica era una amante de los sueños, tarot, sobrenatural, mitos, etc…
-Creo que Doménica sabía sobre esas cosas así que partiremos por ahí- me levante y desperecé - ¿Vamos?
-Gracias.
-No te pongas sentimental- reí mientras nos encaminábamos.
 Al entrar a la casa subí directamente evitando ver a mi madre, estaba cabreado de toda su    mierda. Al entrar en la pieza de Doménica reculé al abrir la puerta. Estaba riendo y yo sonreí, me agradaba el sonido de su risa, dejó de hacerlo cuando se dio cuenta de que estábamos allí.
-Liam, si vienes por tu skate ya te dije que…- estaba enojada, miró hacia Ethan, y relajó el gesto- Oh, hola Ethan.
-Hola Dome- Ethan le sonrió. Hace algunos años, alguna vez sospeché de que Ethan moría por ella, pero como conocía tan bien a mi amigo, antes muerto que dejarlo estar con mi hermana.
 Me miró.
-¿A qué vienen?- me dio una palmadita en la mano y me sonrió, supe que ya no estaba enojada al igual que supe que tendría que reponer el dichoso florero. Se amarró su largo pelo en una cola de caballo.
         -Ethan tuvo un sueño y pensé que podrías interpretarlo.
        -¿Qué sueño?- cambió la pose sumamente interesada.
        -Estaba en un lugar lleno de nieve, vestido como un mendigo- lo miramos atentamente y
Ethan habló más rápido- de la nada, apareció una chica.
-¿Cómo era ella?- gesticuló apuntándose la cara.
-No pude distinguir eso, pero sí recuerdo lo que me dijo: “Le otnemom es acreca”
-No tiene sentido- ¡que estupidez!
-Al derecho no, pero si lo pones al revés… ¿Puedes escribirlo en este papel?- ya decía yo que esta chica era demasiado brillante para ser verdad.
Ethan escribió lo que había dicho. Ella lo puso cerca del espejo y leyó:
-¿”El momento se acerca”?- dijo Ethan pasmado - ¿Sabes lo que significa?
-No, pero está escrito en algo como el idioma del espejo.
-¿El idioma del espejo?- ¡Vaya mierda! Me reí por lo bajo.
-El espejo refleja las cosas al revés como cuando levantas la mano derecha y tú reflejó levanta la del lado izquierdo para ti, o cuando puse el papel de Ethan y este nos mostró las palabras al revés- ella suspiró- Muchas creencias hablan sobre otra dimensión o una ventana al mundo de los espíritus.
-Esto me está asustando- dijo Ethan-
-No seas una niña, es solo una cree…-
Nos callamos al escuchar un motor zumbando fuera.
-Lo lamento, chicos, pero mi novio acaba de llegar para que vallamos al cine y no lo quiero hacer esperar más de lo necesario- nos me abrazó y yo le correspondí - Ven mañana y seguiremos intentando encontrarle algún significado coherente.
Fruncí el ceño y me quedé callado al verla salir. Odiaba que saliera con chicos que yo aun no conocía.
-¿Sucede algo?
-Lo de siempre- si alguien la hacía sufrir lo mataría - no me hago la idea de que la hagan sufrir.
-Yo tampoco- cruzamos el umbral de la puerta y miré los restos del florero, ¡Fui un idiota!
Salimos a la calle.

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